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Historia de una SD (Literatura) 2005-06-04 11:15:50

Es viernes y son sobre las 18 horas. Un sujeto ha salido de su trabajo y se dirige en tren a su lugar de residencia sita en San Cucufate. Llegado a la estación, decide que es un buen momento para ir a la caza de una tarjeta de memoria SD. Pero no sólo eso. Tiene que ser una que permita lecturas/escrituras rápidas, por encima del estándard hasta ahora imperante. Y lo mejor de todo es que todavía no sabe lo que vale un peine...

Entra en la primera tienda fotográfica (un centro F*gitsu) que encuentra, dado que en el escaparate se pueden vislumbrar paquetes de memorias SD. Tras un largo lapso de espera detrás de una señora mayor, la conversación con una jovencita dependienta es más o menos la que sigue:

S: -Hola, ¿tenéis memorias SD?
Dependienta: -Sí, mira, aquí estan.
S: -¿La busco de medio Gg y 'de mas rápidas'?
Dependienta: -Ah, pues no se, mira, tengo estas de aquí. Toma, mírate 
las cajas a ver si pone algo- y se las enseña al sujeto.
S: -No pone nada respecto a la velocidad, así que seguramente sean de
velocidad estándard. ¿Sabes si traeréis de las que busco?
Dependienta: -No, seguramente traeremos de las mismas que hay aquí. S: -Ok, pues gracias y adiós. Dependienta: -Vale, adiós.

El sujeto no sabe hacia dónde dirigirse. Emprende un rumbo errante
hacia donde cree que puede encontrar tiendas que dispongan de citado
elemento electrónico. Encuentra otra tienda de fotografía, esta vez más
modesta:

S: -Hola, ¿tenéis memorias SD rápidas de medio Gb?
Dependienta: -Pues déjame ver... No, no tenemos en stock, pero la 
semana que viene nos las traen, si quieres pasarte...
S: -Sí, o mejor puedo llamar a mitad de la semana que viene y preguntaros. Dependienta: -Sí, claro, toma una tarjeta. S: -Ok. Gracias y adiós. Dependienta: -Adiós, buenas tardes.

No estaba siendo una tarde demasiado buena, pero el sujeto no desistía. La siguiente tienda era de repuestos de material de oficina e informática. Al entrar, un individuo estaba postrado en su silla de oficina, delante de una pantalla de ordenador y con la radio puesta. Era un hombre delgado, castaño-rubio y con un inicio de calvicie. En seguida se levanta y espeta:

Dependiente: -Hola.
S: -Hola buenas tardes. ¿Tenéis tarjetas de memoria SD? Estoy 
buscando una de medio Gb y de las rápidas. Dependiente: Creo que no las tenemos en stock, pero déjame mirar.-

Se va al ordenador y empieza a mirar. Luego llama al sujeto y éste se
acerca a curiosear lo que el dependiente mira en la pantalla. Una hoja de
excel copa todos los píxeles, pero no parece haber nada. Después, y para
asombro del sujeto, el hombrecillo empieza a hacer búsquedas por Google a
páginas de fabricantes. ¿Iba a hacer un pedido y luego cobrarle un
añadido al sujeto delante suyo? En un par de páginas web encuentra lo que
el sujeto busca. Esas memorias rápidas suelen llevar el calificativo de
Ultra, Ultra II u otra palabra marketiniana rimbombante similar. S: -Sí, será una de estas. ¿Para cuándo la podría tener?-
pregunta, por simple curiosidad y sin demasiada intención de llevar a
cabo ese particular negocio. Dependiente: -Puedo llamarte la semana que viene para avisarte si me
han llegado.
S: -No, puedo llamar yo y preguntaroslo. ¿Tenéis tarjeta?-
El sujeto no quería ser molestado, dado que muy probablemente obtendría lo
que andaba buscando en un plazo de tiempo más breve. Dependiente: -Sí, claro. Toma. S: -Gracias. Hasta luego.

Por lo visto, en un pueblo que se jactaba de ser la élite en cuanto a nivel económico, las tecnologías no eran un punto importante. Un día después por la tarde, el sujeto bajó al colapsado centro y encontró varias ofertas; cedió ante una de ellas y compró el preciado artilugio.


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